Publicado en El Economista del 28/09/20
La tasa de desempleo del segundo trimestre del año que el INDEC acaba de publicar alcanzó el 13,1 % de la población económicamente activa (PEA), mucho mayor que el 10,6 % que registró en igual período del año pasado. Suba muy importante. Valor muy elevado. Pero este es el denominado desempleo abierto, el visible, el que detectan los instrumentos estadísticos disponibles; son las personas que al momento de la encuesta respondieron que habían buscado trabajo y no lo habían conseguido; son las personas que las estadísticas de todo el mundo, no sólo de la Argentina, “ven” como desocupadas y que, expresadas como porcentaje de todas las que buscan, representaron el 13,1 %. Las cifras disponibles sin embargo permite inferir que hay un desempleo que “no se ve”, que hay una cantidad muy elevada de personas que en el segundo trimestre del año perdieron su trabajo y no buscaron otro ante las dificultades existentes, ante las remotas posibilidades de conseguirlo o, también, que la pandemia les impidió salir a buscar. Y estos son los desempleados ocultos, los que en otras circunstancias saldrán a buscar o, tal vez, los que ya están buscando apremiados por la necesidad. Varios millones de personas que saldrán nuevamente a recuperar su trabajo y sus ingresos, como lo hacían antes de la pandemia, y este es el desafío post pandemia.
El achicamiento del empleo ha adquirido magnitudes impresionantes y muestra la capacidad de destrucción de trabajo que ha exhibido la pandemia, la depresión económica y la cuarentena. Sólo en la Argentina urbana, aquella compuesta por las 31 ciudades y aglomerados más importantes del país donde viven 28.600.000 de personas, perdieron su trabajo más de 2.500.000, diferencia que surge entre las que estaban ocupadas en el pasado segundo trimestre de este año (9.546.000) y las computadas en el mismo trimestre del año pasado (12.073.000). Perdieron su trabajo de esta manera el 9 % de los habitantes de la Argentina Urbana. Coincidencia o no, paradoja o no, esto significa que la cantidad de puestos de trabajo cayó un 21 %, un porcentaje incluso mayor al que cayó la actividad económica en igual lapso según el INDEC: – 19,1 %. Un récord peor que 1 x 1: el empleo cayó 1,10 % por cada 1 % que se redujo el PBI. Y un volumen mayor incluso que aquellos 2,5 millones cayó afuera del mercado y no fue captado como desempleados. Sigue leyendo →
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Los últimos datos del mercado de trabajo sobre el III trimestre del corriente año publicados por el INDEC muestran en efecto este aparente contrasentido. Y siguiendo las opiniones de los periodistas y las publicaciones de los medios buscando reflejar la noticia, se transforman en un excelente caso práctico sobre lo que significan estas estadísticas, lo que muestran y, también, los errores que no deben cometerse; lo que no significan y lo que no muestran. El periodismo en efecto tituló “subió el desempleo”; algunos realizaron otras aclaraciones y desarrollaron otras calificaciones. Pero en general no aclararon la cuestión principal. Y es probable que el público no avezado, y aún especialistas, se quedaron con lo que les sugirió el título. Y no siguieron indagando sobre la cuestión, tal vez, de especialistas. Pero que induce a conclusiones erróneas. Y esto es más importante aún a nivel de los que no son especialistas.
Es cierto que la tasa de desempleo subió. Pero no ocurrió lo que sin decirlo este título sugiere: el titular “subió el desempleo “ .sugiere entre líneas que además hubo gente que perdió su trabajo; y esto sí no surge de los indicadores presentados. Lo que sí surge, lo que si ocurrió en cambio es lo contrario: hubo gente que consiguió un empleo y antes no lo tenía; se crearon entonces nuevos puestos de trabajo a pesar que la tasa de desempleo subió.
Este aparente contrasentido surge de la propia definición de los indicadores que, los grandes medios y la mayoría de los periodistas, no tienen en cuenta. Por la propia definición y cálculo de los indicadores no siempre que suba la tasa de desempleo se destruye empleo. Y lo opuesto también: no siempre que baja tasa de desempleo se crean nuevos puestos de trabajo.
La tasa de desempleo en consecuencia no cuenta toda la historia del mercado de trabajo. Cuenta solamente una parte y la otra parte debe buscarse en los otros indicadores que se publican periódicamente. Si esto no se hace puede haber casos en que se concluya erróneamente. Como en este caso. Sigue leyendo →
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Si la protección de la ley antidespidos[1] fuera efectiva y las razones esgrimidas para su diseño fueran una contundente realidad, ambas cuestiones muy discutibles y discutidas en estos días, los beneficios de la medida alcanzarían solo al empleo formal. Y en ese caso, en presencia de un mercado de trabajo en crisis, el ajuste recaería sólo sobre una parte, el sector no registrado pues, la otra parte, el trabajador en blanco, está protegido supuestamente por la ley de emergencia ocupacional. Pero los segmentos de la población donde el empleo no registrado es mayoritario son justamente los sectores mas débiles y vulnerables, segmentos poblacionales en algunos casos que experimentan claros fenómenos de discriminación laboral, mujeres y jóvenes por caso. Luego, ante una situación de emergencia ocupacional no se puede proteger solamente al trabajo registrado pues esto desplaza todo el peso del supuesto ajuste sobre los empleos del sector informal de la economía. Si el mercado de trabajo estuviera en emergencia, las medidas compensatorias deben estar destinadas a remediar la situación del mercado de trabajo en su conjunto, sector informal incluido. De otro modo, sería trasladar el ajuste al sector mas vulnerable de la economía porque el trabajo en negro es mucho mas importante entre los pobres, entre los menos educados, entre los jóvenes, entre los menos calificados y en las micro y pequeñas empresas. Sigue leyendo →
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La drástica caída en la participación económica de la población en los últimos cinco años es un hecho tan destacable como el reducido nivel de la tasa de desempleo observado, menor al 8 % de la población económicamente desde el año 2010 según la Encuesta Permanente de Hogares relevada en las 31 ciudades más importantes del país; e igual al 6,6 % según el último relevamiento del segundo trimestre pasado. Pero si la baja tasa de desempleo es una buena noticia, la caída en la participación de la población en el mercado de trabajo tiene el signo contrario. Una baja proporción de desempleados de una población que tiene un bajo nivel de participación en las actividades económicas puede estar escondiendo profundas dificultades del mercado de trabajo.
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La población que participa del mercado de trabajo, sea que lo haga como ocupado o como desocupado , se está reduciendo. Y esta pérdida de actividad económica de la población en el contexto de retracción de la economía que sugieren los indicadores oficiales de actividad manufacturera, construcción y comercio, puede ser interpretada como un aumento del desempleo oculto.
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