Publicado en El Economista, 23/11/22
Los precios de los textiles y la indumentaria vienen creciendo desde 2020 más rápido que el nivel general de precios. Mientras la mayoría de los precios de la economía van por la escalera, los precios de la indumentaria y los materiales textiles van por el ascensor. Esto es lo que se infiere cuando se examina el comportamiento de los diversos componentes del Índice de Precios al Consumidor. Los textiles e indumentaria son actualmente uno de los sectores de la economía nacional más resguardados de la competencia externa. Las licencias no automáticas son el principal instrumento de protección que desde 2020 se viene aplicando profusamente buscando dificultar las importaciones y resguardar a la industria textil nacional. Fueron muy utilizadas hasta 2015, luego tuvieron una reducción gradual, pero a partir de 2020 adquirieron nuevo impulso llevando la protección a niveles elevadísimos. De esta manera, múltiples productos del sector, donde se destacan prendas de vestir y zapatillas deportivas, quedan resguardados de la competencia externa y tienen a su disposición todo el mercado nacional.
Las medidas proteccionistas buscan entre otras cosas aumentar la producción doméstica y el empleo al resguardarla de la competencia externa. Estos son los beneficios. Pero los beneficios no son gratis. Hay también costos y, entre ellos, se incluyen los mayores precios domésticos de los productos protegidos y menores alternativas de elección que deben soportar los consumidores. Y este efecto del proteccionismo sobre los precios de los bienes protegidos claramente se refleja en la evolución de los índices de Precios de la economía nacional observada en los últimos años. Mientras el proteccionismo al sector textil estuvo en su apogeo, hasta 2016 y a partir de 2020, los precios de los productos textiles crecieron mucho más rápido que el nivel general de precios de la economía; crecieron más rápido incluso que los alimentos. Así por ejemplo la variación interanual al mes de octubre pasado de la apertura Prendas de Vestir y Materiales según el IPC de la Ciudad de Buenos Aires fue del 117 %, los alimentos subieron el 96 % y el nivel general de precios “apenas” subió el 84 %.
Cuando las medidas proteccionistas del sector textil se atenuaron, entre los años 2016-2020, el efecto disuasivo de la medida fue evidente y los precios de textiles y materiales crecieron mucho menos que el nivel general de precios al consumidor; y menos también que los alimentos.
Habrá que demostrar entonces que los beneficios del proteccionismo de la industria textil, el aumento de la producción nacional y el empleo, es mayor que los costos, los mayores precios de los productos protegidos que deben pagar los consumidores.